La teoría de la fiscalización
Se ve que el proceso de desmilitarización en que se encuentra sumida la Guardia Civil ha propiciado que los comandantes de puesto se deban someter a un proceso de control y fiscalización permanente por parte de todos los componentes de una determinada unidad.
Bien es cierto que siempre ha sido así y de la costumbre se quiere ahora hacer norma. También es cierto que se trata de una costumbre ancestral y los tiempos son otros. ¿O para esto si queremos retroceder 25 años?.
Esta pretensión, que se ha materializado en instancias en varias unidades y que han cursado componentes de ellas, asesorados por ciertas asociaciones en proceso de desmilitarización, es un reto y una afrenta al poder de dirección y control de las unidades que evidentemente recae en su jefe directo y no en una comunidad de intereses contrapuestos e interesados (valga la redundancia).
Sobre este pretendido derecho comunitario quiero hacer una reflexión básica, individualmente uno puede y debe fiscalizar su propio servicio. Si éste se adapta y es respetuoso con las normas que lo rigen, eso es elemental. Cada uno defiende su parcela, la autodefensa, de ahí nace el mismo derecho de propiedad. No quiero decir que cada uno se deba defender él solo, puede pedir todo el asesoramiento que necesite, pero sí que nadie puede erigirse en defensor del colectivo porque sí, sin que nadie se lo pida.
Por encima se encuentran los órganos de fiscalización que “vigilan” la comunidad, el colectivo. Para eso están y así lo dice la norma. Que yo sepa a ningún miembro de la Escala Básica le han otorgado facultades para “vigilar” o fiscalizar, llámese papeletas o cuadrantes. Todos sabemos quien se dedica a eso.
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