En busca de la iluminación
Me quedo perplejo al observar que hay suboficiales realizando servicios rutinarios de forma voluntaria como si fuera lo más normal del mundo. Suelen ser suboficiales jóvenes, casi recién salidos de la Academia, aunque por desgracia hay deplorables excepciones a la falta de experiencia. Digo esto porque los primeros tienen un pase por lo que voy a explicar a continuación.
Desde mi atalaya de la experiencia he visto muchas veces y pienso en un proceso vital que debe sufrir el suboficial hasta crecer y afianzarse como mando. Cuando digo como mando me refiero también a lo profesional, al ejercicio profesional como mando. Sí, en esta Escala, se debe uno someter a un proceso hasta llegar a ser mando, no es algo automático como ocurre, por ejemplo, con los oficiales.
Un oficial alcanza el primer empleo y no hay un proceso de adaptación hasta que llega a ser oficial con todos los derechos. No es así, se es oficial desde el mismísimo principio. A los suboficiales no nos pasa, desgraciadamente, lo mismo. Debemos sufrir un proceso.
Este proceso pasa por darte cuenta, percibir, sentir, lo que está pasando a tu alrededor. Aprehender la realidad tal y como se muestra y no como una idea abstracta. He visto suboficiales haciendo 50 horas semanales y trabajando sábados y domingos para que los guardias estuvieran contentos, ellos sin librar siquiera. Después de dos años han dado cuenta de él por no adelantar el servicio con los siete días naturales de antelación. He visto suboficiales haciendo atestados con tres detenidos mientras los guardias comían pipas, los he visto hasta llevarlos al reconocimiento médico mientras ellos seguían comiendo pipas, “no se vayan a molestar y me critiquen” –pensaba el pobre-. He visto …
El problema, después de ver todo esto, es que cuando queremos invertir las tornas porque nos hemos dado cuenta, el proceso se resiste porque la inercia es muy fuerte y claro, si hasta un momento determinado nos hemos conformado con una situación, la hemos propiciado incluso, no es fácil cambiarla de la noche a la mañana, ni en su concepto ni en la realidad. Somos prisioneros de nuestros propios actos y eso es algo normal, incluso jurídicamente hay una “doctrina de los propios actos”, a la que uno en su actuar futuro no se puede sustraer.
Si se consigue vencer la inercia y sus resistencias y convencer a los que durante muchos años nos han visto “ser pobres suboficiales” de que hemos iniciado el camino de la liberación, simplemente “ser suboficiales”, culminamos un proceso en el que nos ponemos en nuestro sitio y por fin pensamos como suboficiales, como mandos y nos quitamos los complejos y sacamos a relucir nuestra dignidad personal y profesional. La recompensa es grande. Pero esto nos ha llevado tres, cuatro, cinso años, o vaya usted a saber cuanto.
El problema es la imagen que damos en este viaje hacia la búsqueda de nuestra identidad. Unos haciendo servicios rutinarios “porque así controlo la demarcación”, otros buscando la iluminación (su identidad) y otros, disfrutando de una digna madurez profesional. Cada uno por su lado.
juan | Domingo, 09 de Diciembre de 2012 a las 14:50:15 horas
se puede decir más alto, pero no más claro. Enhorabuena compañero por tu exposición.
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