Cuestión de detalles

     Dicen que a veces, los pequeños detalles, son los que marcan la diferencia. Y es verdad. A nadie se le escapa en que hay momentos o situaciones donde los detalles se convierten en esenciales para que los resultados sean ampliamente satisfactorios. En nuestras relaciones como personas, también estamos sujetos a esos detalles que fortalecen los lazos que nos unen. De hecho, no son pocos los que piensan que el amor nace por pequeños detalles y muere por falta de ellos.

     Pues en la Guardia Civil, aunque parezca mentira, también se necesitan detalles que demuestren el mucho o el poco interés que se tiene en aquellas cuestiones que tienen que ver con la gestión de personal y sus escalas.

     Asuntos como el estatus profesional que se adquiere al incorporarse a una determinada escala, las funciones que se desarrollan, la productividad que se percibe, el CES que se merece, las prendas de uniformidad que se usan, la forma y sitio que se ocupa en actos castrenses etc., constituyen ese conjunto de oportunidades donde demostrar el interés que se tiene hacia un determinado colectivo dentro de la Guardia Civil.

     Digo todo esto, porque estoy notando desde hace algún tiempo, un aire de pasotismo y dejadez hacia esta Escala de Suboficiales, posiblemente derivado entre otras razones, por un cierto inmovilismo producto de ese miedo a separarnos demasiado del Ejército de Tierra. Pero es que pretender seguir equiparando a la Guardia Civil con el ejército es el error más grave que se sigue cometiendo desde hace muchos años.

     La Guardia Civil es un cuerpo de naturaleza militar, de lo cual nos sentimos profundamente orgullosos, pero no podemos obviar que no pertenecemos a las Fuerzas Armadas por mandato constitucional. Que compartamos ciertas tradiciones, incluidas las divisas, no significa que un guardia civil sea lo mismo ni tenga las mismas responsabilidades y atribuciones que un soldado, con todos mis respetos hacia ellos. Nos podemos querer mucho e incluso podemos seguir compartiendo cierta enseñanza de formación, pero llevarlo a su máxima expresión como si fuéramos hermanos, nos conduce al final a que tengamos, por ejemplo, unos oficiales que saben arreglar un aparato de aire acondicionado por conocer perfectamente la mecánica de fluidos y resistencia de materiales y no tengan el dominio necesario sobre legislación y normativa relacionada con la Guardia Civil, con el Derecho Penal, Civil o administrativo, o con el tratamiento del delito, de la victimología o de la psicología de la delincuencia, entre otras áreas. Y todo ello por el hecho de que tienen que salir, al igual que sus homólogos del ejército, con un grado en Ingeniería en vez de con un doble grado en Derecho y Criminología, sirva como ejemplo, que les sería notablemente más útil para su vida profesional.

     Pero es que al final somos lo que somos, primos lejanos, de ahí que sea erróneo tener que asumir como propio todo aquello que se considere bueno para el ejército. Y así, vamos sumando error tras error. Y de ahí, la poca consideración hacia la Escala de Suboficiales, pues como en el Ejército de Tierra esta escala no ejerce acciones directivas, aquí en la Guardia Civil parece que hay que anulárselas por la vía de los hechos, no vayan a pensar que son jefes de verdad. Aprovechando la falta de personal, solo damos realmente importancia a las unidades mandadas por oficiales por pequeñas que sean y ninguneamos a las dirigidas por suboficiales por muy grandes que sean y, además, los ponemos a patrullar con nombre de fauna ibérica por los distintos núcleos de servicio y compañías. Blindamos con un CES y una productividad sustanciosa a todos los oficiales, aunque se dediquen a grapar folios y discriminamos a los miembros de la Escala de Suboficiales que están realizando cualquier otra función que no sea jefatura de unidad o similar. Dotamos con el estatus de jefatura a todos los oficiales, aunque sea ficticia y discriminamos a los suboficiales que desarrollan de facto funciones de jefe en las Áreas en las UOPJ o en los diferentes equipos o grupos dentro de las especialidades. Nos preocupamos por diferenciar perfectamente y aunque parezca una tontería, ciertas prendas de la uniformidad de los oficiales y pasamos de hacerlo con la de los suboficiales. Se intenta colar el nivel 26 para los capitanes del Cuerpo para no tener que ocupar puestos detrás de sus homólogos y a los suboficiales los ponemos en la bancada de Tropa si faltan sillas. Establecemos de manera clara el uso del sable (símbolo de mando y dirección) en formaciones y desfiles por los oficiales y despreciamos a los suboficiales privándoles de su uso, salvo en los periodos de enseñanza y aduras penas, y los ponemos a desfilar con arma larga porque así lo hacen en el Ejército de Tierra… y suma y sigue. Así vamos creando ese tufillo, esa brisa negativa de comentario general, de que al final, el halo militar, siempre se preocupa por favorecer bien a los mismos.

     Como he dicho, una cosa es compartir valores, tradiciones y el mismo modelo de divisas y otro muy distinto igualar empleos, funciones y atribuciones del personal y escalas de la Guardia Civil. Que desfilemos juntos en el día de las Fuerzas Armadas no significa que lo tengamos que hacer de igual manera, ni que tengamos que tener la misma enseñanza de formación, ni que tengamos que obtener los mismos títulos, ni que tengamos que desarrollar los mismos cometidos, ni que muchas cosas más… porque si no, al final pasa lo que pasa, que nuestros oficiales siguen queriendo ser hermanos de sangre por conveniencia, aunque no lo sean, y los únicos “primos” seguiremos siendo nosotros, que ya en eso vamos teniendo mucha experiencia.

     Y luego querrá la directora general que los suboficiales estemos contentos…