Un Puesto de confianza
Siembra distancia y cosecharás olvido
Si se tuviera que describir a la Guardia Civil con una sola palabra, esta sería CONFIANZA. La confianza que tienen depositada los millones de españoles que habitan en este país y que ha ido fraguándose año tras año desde su fundación. Por eso no es raro que en las sucesivas encuestas del CIS, la Benemérita sea la institución que más confianza inspira en los ciudadanos dejando atrás a otras de gran calado como la Monarquía, el Tribunal Constitucional, el Defensor del Pueblo e incluso al Parlamento.
Su gran despliegue la ha situado en cualquier rincón de España de tal manera que vertebra al Estado de norte a sur y de este a oeste. Nuestros acuartelamientos, también llamados “Puestos” o “Casas-Cuartel”, forman parte del paisaje rural de cualquier localidad que haya tenido la suerte de conservarlo, pues aún con la escasez de agentes que sigue teniendo esta Institución, su presencia en la localidad da un halo de seguridad subjetiva a los vecinos que allí habitan difícilmente superable. Tal es así, que no hay alcalde que se precie que no luche por mantenerlo en su municipio a toda costa.
En el año 2012, la Dirección General apostó de manera clara por la conservación del despliegue actual, consciente de que el mismo constituye el ADN del Cuerpo y su supervivencia. Para ello, el Teniente General don Cándido Cardiel Ojer, que por aquel entonces ostentaba el cargo de Director Adjunto Operativo, ordenó la apertura de los cuarteles cinco horas al día de lunes a viernes, sabiendo que con esta instrucción se perdía cierto potencial de servicio en la calle pero se garantizaba la cercanía, el amparo y la confianza hacia la Guardia Civil en cualquier rincón de España. Y es que el ciudadano necesita de patrullas para que vigilen sus haciendas pero también necesita del trato personal, de la interconexión, de tener un referente claro a dónde dirigirse cuando le surgen problemas, conflictos o dudas, ya sea del ámbito personal, del ámbito penal o del administrativo en sus variadas formas.
La presencia permanente de la Guardia Civil en las localidades contribuye claramente para que se la considere como uno de los cuerpos de seguridad más eficaces y prestigiosos del mundo. Su versatilidad a la hora de adaptarse a las circunstancias del momento, su capacidad de respuesta y su cercanía a las necesidades de sus vecinos, ha llamado tanto la atención en algunos países como para que los mismos quieran implantar algo parecido en sus territorios.
Cada Cuartel constituye un punto importante en la gran telaraña de su despliegue, de hecho, en algunos casos, es el único referente de la Administración General del Estado. Y cada guardia civil que desempeña su labor en el Puesto forma parte, de manera genérica, del Servicio de Información, de Policía Judicial, de Tráfico, del SEPRONA y de cualquier otra especialidad que exista en el Cuerpo. De estos guardias civiles depende en gran medida la eficacia de la Guardia Civil, pues se encuentran en el lugar donde ocurren los hechos permanentemente y son conocedores, generalmente, hasta de la propia idiosincrasia del lugar.
La atención al ciudadano en el acuartelamiento se constituye, por tanto, como fundamental en todo este engranaje. Lo hemos visto en esos días difíciles de la pandemia, donde en los peores momentos, multitud de ciudadanos se dirigían al mismo pidiendo información, solicitando ayuda o transmitiendo noticias que resultaban muy útiles a la hora de desarrollar el servicio. Y lo seguimos viendo hoy con el devenir de cambios normativos que las distintas autoridades sanitarias imponen, donde los ciudadanos acuden a nosotros para aclarar sus numerosas dudas.
Pues aun con todo esto, algunos Jefes de Comandancia empiezan a inventar sistemas en el que se limita la apertura de los Puestos a un día a la semana, con el fin de ganar alguna que otra patrulla más en la calle, sin darse cuenta que la distancia provocará el olvido, y esto hará que se vaya perdiendo la confianza del ciudadano que terminará por no necesitar la presencia del cuartel en su localidad porque de facto ya se lo han suprimido. Será entonces cuando las policías locales, por muy escasos que sean sus efectivos, asuman esa función de atención al ciudadano directa y personal tan necesaria. Y pasará como con el honor, que una vez que se pierde no se recupera jamás.
Urge por tanto, seguir invirtiendo y dotar a las unidades del personal necesario para mantener los acuartelamientos abiertos y con posibilidad de establecer patrullas en servicio, y dejarse de tanto invento. Las plantillas de los Puestos deben ir creciendo año tras año para dotarlas de la operatividad que el ciudadano espera pues estamos seguros que de ello dependerá en gran medida la supervivencia del Cuerpo de seguridad que inspira más confianza.