Lunes, 15 de Septiembre de 2025

Actualizada Miércoles, 10 de Septiembre de 2025 a las 09:46:59 horas

El Centinela | 1529

La eficacia del despliegue

Procurará ser siempre un pronóstico feliz para el afligido, y que a su presentación el que se creía cercado de asesinos, se vea libre de ellos; el que tenía su casa presa de llamas, considere el incendio apagado; el que veía a su hijo arrastrado por la corriente de las aguas, lo crea salvado; y por último siempre debe velar por la propiedad y seguridad de todos. (Art.8º de la Cartilla del Guardia Civil)

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Hace unos días que cumplimos 176 años de servicio a los españoles. Y hay gente que hubiese preferido que no naciéramos, que no formásemos parte de la seguridad de este país. Por el contrario, hay otra que nos define como imprescindibles a la hora de mantener y de entender el Estado de Derecho del que disfrutamos todos. Lo cierto es que, tanto unos como otros, acuden a la Guardia Civil cuando la necesitan. Y es que, cuando la cosa se pone fea, cuando algo importante peligra o cuando la vida está en juego, las tonterías se acaban.

           

Los acontecimientos que todos estamos sufriendo hacen que nuestra vida se torne hacia una nueva dimensión, donde aquello que parecía muy importante pasa a ser prescindible y aquello que suponíamos que era superfluo se convierte en ese caballo de batalla que, en primera línea, consigue llegar donde los demás no llegan y hacer lo que otros no hacen.

           

Llevamos muchos días confinados en nuestros hogares viviendo una auténtica pesadilla y buscando la protección necesaria para mantenernos a salvo. Las imágenes de televisión nos muestran ciudades que presentan aspectos fantasmagóricos; sus calles y avenidas permanecen vacías y los únicos lugares donde se detecta algo de vida son los supermercados o los balcones. Pero en esta gran vorágine también hay muchos ciudadanos que se encuentra viviendo en caseríos, en fincas aisladas, en poblaciones que distan mucho de una gran urbe, personas mayores que viven solas en el municipio o en residencias de ancianos. Muchos miles de españoles tienen sus hogares ubicados en localidades del interior de las Castillas, en la Galicia rural, en el levante y norte de España, en Aragón y Extremadura, en Andalucía y en la Rioja… es decir, en gran parte del territorio nacional, y se han visto comprometidos de igual manera que el resto de compatriotas en esta guerra carente de munición pero tan letal como si la tuviera.

           

Y aquí es donde entramos nosotros. La Guardia Civil fue desplegada por nuestro fundador a lo largo y ancho de toda la geografía española. De esta manera, quiso que protegiéramos hasta el último rincón donde hubiese una persona en peligro o tuviese sus haciendas e intereses. Para ello instituyó lo que denominamos “casa-cuartel” que constituye el Puesto de la Guardia Civil, con el fin de mantener y facilitar la presencia y permanencia de los guardias civiles y sus familias en casi 2.000 localidades y sus correspondientes demarcaciones territoriales. Este despliegue de sus Puestos, que se conserva hasta el día de hoy, ha demostrando tener en estos momentos difíciles una eficacia extraordinaria e inigualable de servicio y atención al ciudadano, de representación institucional y de presencia del Estado en cualquier lugar de España, a pesar de que esta crisis sanitaria haya puesto a prueba nuestra capacidad operativa, organizativa y de apoyo a las unidades.

           

La presencia desde el principio de los comandantes de puesto y de sus guardias civiles en todos los lugares donde hay personas y bienes en riesgo ha resultado crucial, aportando un plus de tranquilidad, de auxilio y seguridad a los ciudadanos difícilmente superable, pues la conjunción de factores excepcionales que estamos viviendo en esta crisis y que podrían haber sido aún peores (aislamiento por nevadas, por ejemplo) están reafirmando a la Guardia Civil en su papel fundamental como auténtica policía de proximidad, proporcionando al término “seguridad” su significado más profundo y amplio en cuanto a custodia, amparo y garantía.

           

Y esto el ciudadano lo sabe, lo percibe. Sabe que cuando todo esto termine, cuando esta pandemia pase a formar parte de la Historia, aquellas organizaciones e instituciones que vinieron a echar una mano, regresarán al lugar de donde salieron. Pero en cambio nosotros, sus guardias civiles, seguiremos en el mismo sitio donde estábamos al comienzo de todo, en la casa-cuartel, en el “cuartelillo” de su localidad, desde donde continuaremos prestándole ese servicio esencial de velar por su seguridad y por la protección de sus bienes, vengan las circunstancias que vengan, ya salga un virus, ya se inunden las carreteras, ya se aíslen los pueblos por la nieve o se den todas estas circunstancias a la vez. Porque nosotros no nos iremos. Nosotros estaremos siempre ahí, con ese recuerdo de gratitud que permite nuestra Cartilla. Y esta es la verdadera razón por la que ningún alcalde quiere que le quiten su casa-cuartel.

             

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