El trampantojo
Reales Ordenanzas de las Fuerzas Armadas
Artículo 67. Respeto a las funciones y cometidos de los subordinados. Velará para que todos sus subordinados ejerzan las funciones y desempeñen los cometidos que les correspondan por razón de cargo, destino o servicio, sin atribuirse ni invadir las competencias ajenas, contribuyendo así a la eficacia del conjunto.
Ahora que se cumplen 525 años del origen del empleo de sargento y desde que en el año 1931 se publicara en el Diario Oficial del Ministerio de la Guerra la Ley que creaba el Cuerpo de Suboficiales en el Ejército español, los componentes del mismo han ido cumpliendo una misión fundamental dentro de cada uno de los ejércitos y cuerpos en los que han ido sirviendo y formando parte de ellos. Su presencia, es considerada fundamental y de tal influencia que: “siendo veteranos de níveos mostachos, consagrados de por vida al ejercicio de las armas, infundían pavor en los reclutas y un cierto temor reverencial a los barbilampiños oficiales salidos de las academias de Toledo, Segovia o Valladolid” que diría un veterano Comandante de Infantería. Se imponía de esta forma la dignificación de estos profesionales que empezaron a consagrar lo que hoy se constituye como Escala de Suboficiales dentro de los ejércitos y de la Guardia Civil.
Ante esta realidad, las Fuerzas Armadas españolas se tomaron en serio desde el principio los valores, la formación y el papel que iban a desempeñar los integrantes de esta honrosa escala, de tal manera que, cada uno de sus ejércitos estableció una academia propia para su formación reglada, independiente de las Clases de Tropa y de sus Oficiales, pero compartiendo y conviviendo a la vez con estos últimos, en la parte de su instrucción específica que se cursan en las distintas academias militares.
Es la diferencia que radica con respecto de la Guardia Civil. Ésta se preocupó enormemente de tener un buen centro de formación específico para sus Oficiales, donde la formación es exquisita, y se olvidaron por completo de esa misma formación para con los Suboficiales. Y de aquí el origen de muchos males. Hemos tenido que esperar a julio de 2018, en pleno siglo XXI, para empezar a vislumbrar una academia propia, un centro de formación que se ocupe de la formación integral que deben tener todos aquellos guardias civiles que ingresen en la escala. Pero creo que seguimos sin darle importancia; seguimos sin darle esa impronta necesaria para lograr los fines que persigue; seguimos siendo chabacanos a la hora de implantarla, de dotarla de medios e instalaciones acordes a sus fines y hasta de darle el tiempo necesario al profesorado para que sepan inculcar a los guardias civiles y cabos de nuevo ingreso el lugar que debe ocupar un Suboficial en la Guardia Civil.
Por tanto, los grandes interrogantes que se nos plantean son los siguientes: ¿la Guardia Civil sigue convencida en el año 2019 del valor que la Escala de Suboficiales representa para el Cuerpo como columna vertebral que lo sostiene, mandos intermedios que tienen el deber de auxiliar a sus oficiales como estrechos colaboradores que son? o ¿simplemente les despoja por la vía de los hechos y por conveniencia de esas funciones directivas y ejecutivas de mando que la ley les otorga? Porque hasta donde sabemos, en el año 2011 la Guardia Civil tenía el convencimiento de que los integrantes de la Escala de Suboficiales éramos mandos, con todas sus letras y consecuencias, y así lo hicieron saber por escrito. Pero es que ahora parece como si alguno de esos que un día lo fue y algún que otro barbilampiño que lucen estrellas, sufrieran de repente un golpe de celos y no quisieran hacer justicia por temor a perder ese estatus que se les concedió en la academia de oficiales. Y es que estoy seguro que alguien no les explicó que el Suboficial siempre suma y nunca resta, y que hay veces que hasta multiplica la acción de mando. Que somos Suboficiales todos los meses del año y que no se derriten los galones con el calor del verano ni se tapan con la escarcha de la Navidad ni con los pasos procesionales. Que somos o no somos.
Pero esta Guardia Civil que tanto presume de disciplinada, sigue permitiendo que se ninguneen sus funciones, su posición, su estatus, con tal de salvar algunos el suyo o con el fin de tapar vergüenzas. Y ni el Director ni el DAO son capaces de hacer nada.
Transmitimos lo que vivimos y si lo que quiere la Guardia Civil es difuminar la escala de Suboficiales, a los Comandantes de Puesto, Jefes de Área y Destacamentos, Jefes de Equipos y Grupos, etc, establecer un todo vale y vale para todo como premisa, un usar y tirar o marcarse un barato; ánimo que poco a poco se está consiguiendo. ¡Pero hagámoslo ya! Hágannos inútiles mandos de nada y les garantizo que seremos los mejores, pues les recuerdo que no hay nada peor que un “inútil” muy motivado. Pero si por el contrario, se sigue con la idea original de que la Escala de Suboficiales está constituida por mandos de pleno derecho, protejámosla. Protéjanla. Que nadie se atreva a pisotearla a la primera de cambio, con la intención de convertirla en un trampantojo que lo único que busca es engañar al ojo haciendo creer al incauto que se es algo sin ser nada.
Un oficial nunca estará solo, siempre tendrá a un Suboficial que le auxilie y colabore en la consecución de sus objetivos, pero no a un lacayo que le sirva de pañuelo cuando moquee o de comodín cuando le falte una carta, circunstancia que el propio oficial no permitiría para sí mismo. El respeto a una Escala se demuestra, entre otras cosas, en esos pequeños detalles de cortesía que marcan la diferencia por muy mal que soplen los vientos.
Dentro del futuro de la Guardia Civil, el papel de la Escala de Suboficiales se torna fundamental por su preparación profesional que le otorgará un Grado universitario, por su cercanía al ciudadano y a sus agentes, por su gestión de los recursos humanos y materiales puestos a su cargo. Su interlocución institucional y el conocimiento de su demarcación le hacen imprescindible a la hora de conseguir la misión que la propia Institución quiere seguir llevando a cabo.
En fin, que un barco todo el personal sabe cuál es su misión, y no hay discusión alguna, de otra manera siempre tendríamos que echar a suertes a ver quien le toca marcar el rumbo, tocar el tambor o sentarse a remar.