Viernes, 12 de Septiembre de 2025

Actualizada Miércoles, 10 de Septiembre de 2025 a las 09:46:59 horas

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Cuando la estupidez da miedo y el miedo te resta libertad.

           [Img #4541]Todos conocemos perfectamente los bochornosos hechos acaecidos en Alsasua, la pasada madrugada del día 15 de octubre, donde fueron agredidos de forma alevosa y miserable un oficial y un suboficial del Cuerpo y sus parejas, mientras disfrutaban de las fiestas de esa localidad.

 

            Quizás, la buena fe de ambos, les hizo pensar que eso era lo normal en un país libre y democrático, y se dispusieron hacerlo sin ningún tipo de temor ni prejuicios.

 

            Quizás pensaron que, al sentirse servidores públicos y haberlo demostrado sobradamente, no tendrían ningún problema en alternar con la ciudadanía.

 

            Pero una asquerosa estirpe de malnacidos, más propia de la España de Pascual Duarte, que de nuestra era, se lo impidió.

 

            Acudieron a su encuentro poco a poco, hociqueando como lobos hambrientos en busca de la debilidad de su presa y cuando fueron suficientes, se abalanzaron sobre ellos y descargaron sus paranoias, complejos y rabias.

 

            No tuvieron en cuenta que, esos servidores de la ciudadanía, habían respirado libertad desde que nacieron y nada sabían de odios nacionalistas ni resentimientos de otras épocas.

 

            No tuvieron en cuenta que, lejos de causarles algún mal, estaban para ayudarles y servirles, como ya lo habían demostrado.

 

            Quizás les molestó que su talante, lejos de fomentar el rancio radicalismo vasco como en otros tiempos, fomentaba el sentido común, la convivencia y la normalidad allí donde no la había.

 

            Quizás, lo que realmente molestó a esa chusma, es que tanta sensatez, sentido común y espíritu de servicio, acabase con la trasnochada idea del vasco radical.

 

            La gente de bien, que se supone mayoritaria allí, necesita más para reaccionar. Y mientras tanto, viven sumidos en el miedo de aquellos que jamás llegarán a ser lo que pretenden. Llegando incluso a ser sumisos vasallos de es escoria animal, que lo único que ha deseado siempre es imponer su criterio a toda costa, como ya lo hicieran sus asquerosos ancestros.

 

            Es una vergüenza que, en el viejo y glorioso Reino de Navarra, ocurran esas cosas todavía.

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