Martes, 16 de Septiembre de 2025

Actualizada Martes, 16 de Septiembre de 2025 a las 13:10:55 horas

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Una orden para todos, una Orden General

La obediencia voluntaria siempre es mejor que la forzada (Jenofonte)

      [Img #3172] 

Se ha dicho en infinidad de ocasiones, que dos de los componentes más importantes que caracterizan a la Guardia Civil son la disciplina y su capacidad de adaptación a los tiempos y necesidades. Y esto es verdad contrastada.


        Desde que el 1 de septiembre de 1844, nuestro fundador llevara a cabo la presentación de honor de la Guardia Civil en la Glorieta de Atocha de Madrid, donde 1500 guardias de infantería y 370 de caballería, con el total de sus mandos presentes y completamente uniformados, armados y equipados, hicieran gala de su marcialidad y disciplina, han pasado muchas cosas en el devenir de este Cuerpo.


         Para el Duque de Ahumada, era importante la disciplina, pero también era primordial el servicio, el carácter, las cualidades humanas, el conocimiento de sus guardias civiles, sus condiciones de trabajo y su sueldo, tanto es así que puso a punto hasta los haberes del Cuerpo, que fueron fijados por Real Orden de 30 de agosto, estableciendo unos ingresos para el conjunto de los guardia civiles por encima del promedio de la clase social de procedencia y de sus homólogos del ejército, que ya podía tomar nota ahora el Ejecutivo. Pero para ir tallando todo esto, el Duque de Ahumada iba dictando una serie de circulares e instrucciones de obligado cumplimiento para ir modelando el espíritu de la Guardia Civil y también su evolución y adaptación. Y nadie dudaba en cumplirlas y hacerlas cumplir, y mucho menos se les ocurría ponerlas en tela de juicio.


      Ya lo dijo Aristóteles: “es un principio indiscutible que para saber mandar bien, es preciso saber obedecer”.


    Todo viene a colación con la aplicación y cumplimiento de la nueva Orden General 11/2014 por la que se determinan los regímenes de prestación de servicio y la jornada y horario del personal de la Guardia Civil. Una norma que, sin duda, va a mejorar considerablemente las condiciones laborales de todos los guardias civiles sin excepción, y por otra parte, va a ser un punto de inflexión para conseguir una adaptación del Cuerpo al Derecho comunitario por un lado y para fijar una nueva forma de prestar servicio y de organizarse por otro.


     Sucede, que siempre que se produce un gran cambio se genera cierta resistencia al mismo, sobre todo si el cambio no ha sido escogido por alguno, aunque sea aceptado por la gran mayoría. Pensamos que todo es un error  y que antes incluso todo marchaba mejor, aun a sabiendas de que eso no es cierto. Se genera un miedo a lo desconocido que nos hace vacilar.


        Alguien dijo en cierta ocasión que “el único cambio que el ser humano disfruta es el del pañal” y no lo voy a desmentir yo. Cuando se produce una modificación profunda a nivel funcional suele nacer un afán natural de defenderse de lo desconocido, que es agarrarse a lo conocido y, consecuentemente, negar lo nuevo.  Por esta razón, un proceso de cambio ocurre de forma muy eficiente si todos están comprometidos con él. Y para ello los mandos intermedios y de unidades periféricas resultan de vital importancia, pues es en ellos precisamente donde suele encontrarse la mayor resistencia al cambio.


      Esto llevado a cabo en una Institución como la Guardia Civil, hace que la disciplina, como factor de cohesión, sea del todo fundamental para poder llevar a buen término lo que ya es un hecho, a sabiendas de que se trata de un proceso continuo y no algo transitorio. Y también resulta del todo imprescindible no empezar a vacilar en la aplicación de la norma ni a distorsionarla de tal modo que “donde dije digo diga Diego”. Ahora empieza a hacerse realidad aquella frase histórica del Conde de Romanones cuando espetó al respetable: “ustedes hagan la ley, que yo haré el reglamento”.


    No pueden empezar a hacer mella las posibles incidencias que en un momento determinado surgen en algunas unidades ni tampoco puede pretenderse continuar con la misma forma de actuar ni de prestar servicio como ya he reiterado; es hora de tomar las riendas y de hacer efectiva esta norma. Dijo el Director General en el Seminario llevado a cabo en Toledo que la seguridad cuesta dinero y el ciudadano tiene que empezar a darse cuenta de ello y es verdad, como lo es también el que esta Orden General marca un antes y un después en la historia de la Guardia Civil.


     No podemos titubear en su aplicación y comenzar a enviar correos que más que aclaratorios resultan distorsionadores, produciendo el famoso “orden más contraorden igual a desorden”, nada deseable en un estamento militar. No podemos empezar a hacer interpretaciones por doquier, haciendo que se parezca el organigrama de la Guardia Civil al conjunto de reinos de taifas, donde cada mando interpreta lo que quiere y hace y deshace a su gusto todo lo concerniente a esta Orden General sin ningún pudor. Empieza a resultar ya cómico preguntar a cualquier componente del Cuerpo cómo ha interpretado su Jefe de Comandancia o Compañía la citada norma.


     Espero que el Director General ponga el punto sobre las íes como tantas veces ha hecho, y deje claro a quién corresponda lo que en un principio ordenó. A veces es preciso dar un golpe de autoridad en base a esa disciplina a la que hice mención al principio.


      Lo dijo hace tiempo Albert Einstein: “los que dicen que es imposible no deberían molestar a los que lo están haciendo”.    

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