Tú eres tal, tú eres cual
Inevitable resulta en ocasiones ser embargado por tal sentimiento de frustración que bien desearía reconducir los pasos dados tiempo atrás y que me llevaron a entrar en esta institución, y de esta forma procurar otros derroteros más dignos.
Digo bien, dignidad, ese concepto preestablecido como todos en nuestro diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, actuó sobre mí como faro encandilador. Estaba ilusionado con un desarrollo profesional en la Guardia Civil, una institución sembrada de valores plenamente afines con ella y que no dudaba, ni aún hoy día duda, en enarbolar como sus más altos principios.
No enjuiciar para no ser enjuiciados, criticar la paja en el ojo ajeno y no ver tu propia viga, expresiones de nuestro acervo cultural donde se proyecta la dignidad como valor en todas las personas.
Se suele decir que el esfuerzo longitudinal rutinario, el sostenido a lo largo del tiempo, suele provocar cansancio, hastío, frustración, ¿cómo no?, ocurre cuando la actividad deja de tener sentido, se convierte en algo plomizo profundamente anodino.
Frente a lo anterior, un esfuerzo transversal destinado específicamente a detectar lo mejor, la esencia de lo virtuoso, bien merece la pena, ilusiona cuando además esas cualidades esperan a ser reveladas.
Quienes elaboran nuestras normas, que no tienen que ser necesariamente los mismos que las aprueban, insisten erre que erre con ese concepto también preestablecido denominado IPECGUCI, tanto lo hacen que han dado un paso más y han decidido sacarlo plenamente a la luz para que quede revelado lo que unos superiores piensan de sus subornidados. Y resulta que, como venía sucediendo por imposición, hay que detenerse y reflexionar sobre qué opinión me merecen fulanito o menganito, antes no había que pensar tanto en ello puesto que ni fulanito ni menganito se enterarían qué puntuaciones se me ha ocurrido ponerles en los muy preestablecidas conceptos que conforman de su ser.Pero ahora, ¡ay ahora!, ¿qué pensará de mí si le pongo un 6?, ¿y si queda varias décimas por debajo del otro?, nunca pensé que me obligarían a erigirme en juzgador, si me está expresamente vetado con respecto a los ciudadanos, ¿porqué he de juzgar las cualidades de estas personas profesionales de mi institución?, ¿acaso son ellos menos dignos?.
Lamentable.
Qué bueno sería que aquellos que quieren ascender, aquellos que sienten la necesidad porque encuentran apasionante la posibilidad de asumir mayores responsabilidades, poder recabar la opinión de sus compañeros, iguales y superiores, que mejor aval sería que la de aquellos que los conocen de primera mano. O, tal vez, que mejor que esa llamada de atención si sus puntuaciones fueran menores a lo que esperaban.
Con estas medidas, mejor no presumir tanto de honor, lealtad, sacrificio, porque bien pareciera que esas virtudes sólo visten a quien pretende seleccionar a su imagen y semejanza.
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.16