Lunes, 15 de Septiembre de 2025

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La lealtad del Rey

Los caminos de la lealtad son siempre rectos. (Charles Dickens)

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Recuerdo de manera vaga aquellos meses convulsos del cuarto trimestre del año 75. Veía a mi padre que andaba de acá para allá como preocupado, pero a la vez nos transmitía confianza. Yo rondaba los siete años y no llegaba a comprender la importancia del momento. Un día, a la hora de la comida, entró musitando en voz baja: ¡ya tenemos Rey!, ¡ya tenemos Rey! mientras miraba a mi madre. Y veía como en su rostro se reflejaba un halo de satisfacción. Evidentemente yo no era consciente de la trascendencia de ese hecho histórico, pero me olía que el asunto era lo suficientemente grave como para haber inquietado a mi padre.

 

Con el transcurrir de los años fui comprendiendo perfectamente lo que significaba tener un Rey: el símbolo de la unidad nacional, ese rango que le confirió la Carta Magna cuando asumió la Jefatura del Estado español aquel veintidós de noviembre.

 

Dicen que el respeto se gana, la honestidad se aprecia, la confianza se adquiere y la lealtad se devuelve. Y eso es lo que quiero transmitir desde estas líneas, quiero devolver a Su Majestad D. Juan Carlos I la lealtad que ha tenido para con el pueblo español a lo largo de sus casi 39 años de reinado pues su persona ha desempeñado un papel fundamental en la historia reciente de España.

 

Augusto Señor, ha sido leal a España de una forma impecable, siempre ha estado ahí donde su responsabilidad le decía que tenía que estar, en los momentos buenos y en los malos momentos. Ha puesto galones encima de la mesa cuando ha hecho falta y ha tenido la gallardía de pedir perdón al pueblo español cuando ha considerado que su acción podía haber ocasionado una falta de sensibilidad hacia la Corona y por supuesto, ha llevado a cabo con entereza, sin titubeos y con la transparencia necesaria, sus funciones y responsabilidades ante hechos que parecían que podían ensuciar la Institución que Su Majestad representa.

 

Y así ha sido hasta el día 19 de junio, donde entra a formar parte de la historia su hijo el Rey Felipe VI, que por cierto es de mi quinta, y al que he servido a lo largo de dos años al igual que a Su Majestad, cuando formaba parte del Grupo de Apoyo Operativo en el Servicio de Seguridad de la Casa Real.

 

Verle ahora honrando la Corona española es un signo inequívoco de que Su Majestad ha cumplido bien y fielmente con sus cometidos constitucionales, pues el pueblo español acoge con esperanza renovada al nuevo Jefe del Estado que, estoy seguro, sabrá dar el impulso necesario para que esta gran nación vuelva a estar a la altura que merece y que la historia reconoce.

 

A mi Rey, mi lealtad y servicio y a Vuestra Majestad, como Capitán General en la Reserva, me cuadro, me inclino y grito con profundo agradecimiento: 


                                   ¡Viva el Rey!  ¡Viva España!

 

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