La Guardia Civil destierra a un agente que presionó para quitar ocho multas
La Dirección General de la Guardia Civil ha sancionado con la pérdida de destino a un agente de Valencia que intentó que sus compañeros quitaran multas de tráfico a empresas de transporte. El guardia civil desterrado trató de beneficiar en al menos ocho ocasiones a transportistas con los que tenía relación. El Gobierno ha refrendado la sanción al agente como autor de una falta grave por una conducta «gravemente contraria a la dignidad de la Guardia Civil». La sala de lo Militar del Tribunal Supremo acaba de ratificicar la sanción, que es firme.
El guardia civil, según considera probado la sala de lo Militar, presionó en
ocho ocasiones en un año a sus compañeros de Tráfico para que no sancionaran o
extraviaran los tiques del pesaje de camiones de gran tonelaje que circulaban
por la V-31 (pista de Silla) y por la V-30 (circunvalación de Valencia) con
exceso de peso. Las sanciones que el agente pretendía dejar sin efecto eran de
entre 950 y 4.000 euros, según precisaron ayer fuentes de la Guardia Civil de
Tráfico. La persistencia del agente sancionado llegó a tal punto que sus
compañeros no le cogían el teléfono cuando sospechaban que les iba a pedir que
no multaran a un transportista. Los guardias alertaron a sus mandos de lo que
estaba ocurriendo y la última vez le pasaron la llamada a un teniente. El
acusado, que no sabía que se estaba dirigiendo al oficial, dijo: «¿Sabéis que
tenéis parado un camión de Alberto y que es amigo mío? ¿Sabéis que esos
camiones van siempre por la pista de Silla (V-31) y vais a hundir su empresa?
Vale, lo que tú veas».
Los camiones sancionados llevaban un sobrepeso medio de un veinte por ciento, aunque uno de ellos superó el treinta y ocho por ciento. A veces, se presentaban en la zona de pesaje los responsables de las empresas de transportes amigos del acusado para presionar a los guardias que estaban haciendo su trabajo. En una de las ocasiones (el 29 de junio de 2009), el hijo del dueño de la empresa de transportes que se personó en el lugar para que no le multaran lamentó: «No hay nada que hacer es el (guardia) de siempre».
El agente sancionado recurrió ante el Tribunal Supremo para que solo le impusieran la pérdida de cinco días de sueldo. La sala lamenta que «el recurrente, que asume la comisión de la falta y solo discrepa de la sanción, pretendió en ocho ocasiones que determinados guardias civiles no actuaran como debían. Y lo hizo mientras cumplían su deber: los llamaba por teléfono instándolos bien a que no formularan denuncia bien a que la redactaran pero perdieran los tiques de pesaje para que así prosperara el futuro recurso».
La sala de lo Militar considera que la pérdida del destino es la sanción ideal porque así en el futuro el guardia no podrá seguir presionando a sus compañeros y los agentes podrán «cumplir su cometido con tranquilidad y sin las debidas interferencias».
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