La obligada comunión de oficiales y suboficiales
La norma sobre jornada y horario ha conseguido ya un objetivo importante siendo todavía un borrador, ha unido fraternalmente a oficiales y suboficiales. Y esto ha ocurrido cuando peores eran las relaciones entre ellos por los numerosos incumplimientos en cuanto a la autonomía funcional de los jefes de unidad, las pérdidas de productividad promovidas por algunos oficiales, los celos profesionales por los últimos logros conseguidos, la escasa implicación de algunos suboficiales en su labor de mando, etc.
Los oficiales se han interesado por una norma, la de jornada y horario, que siempre les ha sido extraña, ajena, como que no iba con ellos. Lo han hecho cuando han visto que su destino en esta materia se unía irremediablemente al de los suboficiales, al quedar fuera de la plena autonomía organizativa y de las altas funciones de dirección que desempeñan los miembros de la Escala Superior de Oficiales. Una diferencia más que debe escocer lo suyo.
Se han interesado y de verdad. No es para menos, ya que se les exigen 40 horas de servicio efectivo semanales y sin cómputo de la localización o de la atención de incidencias telefónicas, que es donde realmente destacan. Al Suboficial, acostumbrado a estar al pie del cañón, en línea de servicio, le pesan menos esas 40 horas semanales y el susto inicial se diluye con una pequeña reflexión sobre el devenir diario de nuestras actividades, se trata simplemente de apuntarse lo que realmente se hace porque ahora sí que sirve para algo.
Una obligada comunión que será altamente beneficiosa para ambas partes. A los oficiales les servirá para darse cuenta de que están en el mismo barco que nosotros, que somos de su misma sangre y que debemos navegar juntos ya que nuestros caminos se han cruzado. Para entender que la línea que nos separa es muy tenue y difusa. A los suboficiales, para dejar de mirar con recelo a los oficiales y ser su verdadero apoyo, mirando más hacia arriba que hacia abajo. A alguno debe de servirle para darse cuenta ya, por fin, de que es un mando y no un amiguete o uno más.
Yo no creo en las casualidades. Aquí se está arreglando un roto que dolía bastante; el cisma de las escalas intermedias (con todos los respetos), la guerra civil entre hermanos. Una contienda consecuencia del avance de una Escala, de la fuerza de ASES, de sus logros. Consecuencia también de la independencia de ASES y de haber sabido mantener una línea recta, sin titubeos, sin alianzas antinaturales.
Y aunque en 2010 íbamos por senderos diferentes, ahora caminamos juntos en jornada y horario pidiendo el cómputo de la disponibilidad. Pero esta unión de intereses debe ir mucho más allá y llegar a una verdadera cooperación leal para mejorar nuestras condiciones profesionales en cualquier ámbito, sin guerras estúpidas. Ahora más que nunca, porque ha quedado claro que caminamos juntos.
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