Habemus Vademécum ¡exultate!
Únicamente la obediencia tiene derecho al mando (Emerson)
Me viene a la memoria un artículo que escribí no hace mucho tiempo y que titulé “el valor de un líder”. En él explicaba que en todas las organizaciones que conocemos y desde todas las perspectivas posibles, la figura del líder es crucial para el éxito de la misma. Esta afirmación, también me la explicaba un veterano brigada de la Guardia civil cuando yo estaba recién ascendido al empleo de Cabo; pero a su manera: “si al director de orquesta le quitas la batuta o se le olvida utilizarla, no queda más que un imbécil en frente de los músicos moviendo los brazos”. Y es que la batuta es la que tiene que marcar el buen ritmo de la banda, si este objeto que representa la autoridad por la que se rige el comportamiento de los instrumentos no se sabe manejar, será a todas luces un verdadero desconcierto, un grupo de personas cada cual con su música y soplando a su aire.
Esto viene a colación con lo ocurrido en la localidad de Bande (Ourense) y no para poner en tela de juicio si la actividad del Sargento está bien o está mal, que para eso ya habrá alguien que lo determine, si no para destacar que el expediente que se ha abierto para su cese, al parecer se ha basado en el incumplimiento del Suboficial de la Circular nº 2 de la Dirección Adjunta Operativa de la Guardia Civil, de 28 de febrero de 2012 sobre Orientaciones para el ejercicio del mando por el Comandante de Puesto, concretamente en lo relativo al Capítulo II, apartado 4, de los cometidos derivados de la representación institucional.
Esto que puede parecer del todo baladí no lo es en absoluto, pues por primera vez se toma como referencia la citada Circular con el fin de comprobar su cumplimiento por quienes están llamados a observarla.
Y me parece muy bien que por fin se tome en serio la norma la propia Dirección Adjunta Operativa, aunque sea para aplicarla contra aquellos que sufren diariamente su incumplimiento por parte de algunos eslabones de la Cadena de Mando ya sea con el nombramiento de Puertas encubiertas cambiando el nombre por el de Atención al Ciudadano y ahorrándose un efectivo como Guardia de Puertas, ya sea contando al mando de la Unidad como potencial de servicio lo que supone el nombramiento de Patrullas de Seguridad Ciudadana rutinarias con el fin de cubrir cupo en los Núcleos Operativos, o convertirlo en el Equipo de Atestados del Puesto haciendo que al resto de componentes se les olvide instruirlas, o el establecimiento de Operativos de servicio en tan elevado número que hacen imposible el nombramiento de otros servicios como jefes de Unidad, entre ellos el de la representación institucional.
Estos hechos, hasta ahora, no han generado la apertura de ningún expediente salvo el referido y es extraño que se le escape a la Dirección Adjunta Operativa este tipo de detalles.
Ya lo dijo San Juan de la Cruz: “Bienaventurado el que, dejando aparte su gusto e inclinación, mira las cosas en razón y justicia para hacerlas”, como dando a entender que, por muy contrarios que seamos con la norma, por poco que nos gusten algunas de las leyes, no podemos más que cumplirlas con todo el rigor posible. En esto radica la justicia.
Por eso el problema surge a partir de ahora, porque los Suboficiales en general y los Comandantes de Puesto en particular tienen meridianamente claras las citadas “Orientaciones para el ejercicio del mando por el Comandante de Puesto” y por tanto su cumplimiento, ahora bien, existen ciertos mandos de Compañía y de Comandancia que no lo tienen tan claro y para unas cosas las orientaciones pasan a ser eso, “orientaciones” y para otras circunstancias concretas las orientaciones pasan a ser “instrucciones”, poco más que Ley de leyes.
¡Este es el problema!, el nombrecito que le han puesto. La denominación de ese compendio de directrices, de normas de comportamiento, de actitudes, de valores, de formas de actuación profesional, en fin, a ese verdadero vademécum donde mirarse todas las escalas de mando, se le ha llamado “ORIENTACIONES” y ahí es donde surge la duda, donde se da pie a la interpretación, donde uno puede orientarse o no según convenga. Ahí es donde radica el mal de la norma.
Y es que a una regla interna de tal calado como la descrita, jamás se le puede dar el beneplácito de la duda, pues lo único que genera es un mar de interpretaciones que llevan a distorsionar la misma, salvo que esta sea, claro está, la verdadera intención del legislador. Si esto fuera así, pensaría que la Circular es como la veleta de un viejo campanario, que varia según sopla el viento que diría Tolstoi. Pero me resisto a pensar que a la Dirección Adjunta Operativa, se le haya olvidado la batuta y no sea capaz de mantener su autoridad, de hacerse respetar y conseguir que todos los músicos toquen la misma melodía y con la intensidad que a cada uno le corresponda.
Yo espero, que tras este paso tan importante, se empiecen a mirar todos los incumplimientos sin excepción, de arriba a abajo y viceversa, comprobando que efectivamente todo el que forma parte de esta orquesta utiliza la misma partitura y así el encargado de manejar la batuta no parecerá ese hombre moviendo los brazos que decía mi padre.
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