Ladran, luego cabalgamos

     Desde hace unos días vengo observando que hay ciertos personajes relacionados con la Guardia Civil que se afanan en hacer creer al resto de los mortales, que algunas  decisiones tomadas en el seno de la Benemérita son fruto del pensamiento de uno y de la insensatez de otros.

     Y es que parece ser que en su ideario la fórmula para solucionar problemas y su forma de comprender las normas establecidas, pasa por el hecho de saltárselas a la torera y además esperan que el resto, los “otros” a los que hacía mención, aplaudamos la faena con la inclusión de petición de las orejas y el rabo del “uno”, estableciendo una estrategia de desprestigio para con éste y por consiguiente para el resto de Asociaciones con el daño que supone a la propia Guardia Civil de cara a la sociedad a la que servimos.

     ¡Joder, qué tropa! que diría el Conde de Romanones. Si el modo de entender el juego democrático pasa por menospreciar a aquellos que no aplaudieron su circo, tienen un problema grave de comprensión de libertades. Y, si por el contrario, lo que creen es que están en posesión de la verdad, el problema es de una intolerancia manifiesta.

     Pero no creo que tengan ninguno de los dos problemas, lo que creo es que el Director General está poniendo en su sitio a aquellos que en un momento dado se saltan las normas. Y esto que es entendible hasta en la primera clase de parvulitos, suele sentar mal si la corrección es en público dadas las circunstancias del acontecimiento.

     Que la conducta de un miembro del Cuerpo sea reprobable no significa que se tenga que hacer un juicio sumarísimo en el Pleno del Consejo y saltarse las normas que lo regulan. La Cadena de Mando establecerá el mecanismo necesario para depurar responsabilidades al margen de que el Ministro del Interior lo cese por falta de confianza (qué confianza va a tener en un alto mando que no sabe regirse por las normas y la disciplina). Si cada vez que un miembro del Cuerpo la lía parda tuviese que dimitir el Director General, los mandatos tendrían que darlos por trimestre en cada uno de los Plenos del Consejo.

     Por otra parte, hacer alusión negativa del resto de Vocales del Consejo de la Guardia Civil por no consentir que una asociación se salte el reglamento y las funciones del Órgano Colegiado, cuanto menos me parece bochornoso al margen de querer echar una cortina de humo para tapar su propia incompetencia.

     Desde la libertad que me supone pertenecer a la Asociación de Suboficiales ASES-GC, recordaré al Director General aquellas estrofas del poema de Goethe cuando dijo: “…Quisieran los perros del potrero/ por siempre acompañaros/ pero sus estridentes ladridos/ sólo son señal de que cabalgamos”.