Sombrero Negro
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Esos guardias de antes
Hoy en día es un comentario muy recurrente cuando hablamos entre nosotros eso de: “ya no quedan guardias de los de antes”, creo que la gran mayoría no solo estaremos de acuerdo con esa frase sino que la habremos dicho en infinidad de ocasiones. Pues bien, es verdad, ya no quedan guardias de los de antes, pero la realidad es que esa frase se puede extrapolar a otros muchos aspectos de nuestra sociedad, tampoco quedan profesores de los de antes, ni médicos de los de antes. Y por qué, pues tan sencillo como que la sociedad cambia y los estereotipos se pierden, tan simple como eso.
Para algunos de los nuevos cuya juventud solo es equiparable a su ignorancia y a su desidia cuando se les habla de un guardia de los de antes se jactan de ser el antónimo de lo que ellos identifican como una persona sin formación sin amor propio y sin iniciativa, que su único mérito es obedecer las órdenes por miedo sin ser capaz de rechistar ni reclamar sus derechos. A estos señores lo primero que les tengo que decir es que cuando un guardia de los de antes habla yo le escucho, les escucho porque saben más que yo y lejos de los galones y la formación que cada uno tenga, hay cosas que no se enseñan en los libros.
Son personas que han conocido la Guardia Civil de ayer y de hoy, les escucho porque probablemente lo que les vaya a decir ellos ya lo sepan, les escucho porque la experiencia me ha demostrado que seguir los consejos de estos compañeros me ha evitado muchos errores y me ha abierto mucho los ojos.
No hay que confundir el acatar una orden y la disponibilidad permanente para el servicio con ser un pelota o hacerlo para obtener un trato de favor de un mando. Eso es ser Guardia Civil, la disponibilidad permanente para el servicio o el acatamiento estricto de las órdenes no son simples obligaciones, es un sentimiento que forma parte de la persona desde que comprendió lo que significaba ser Guardia Civil.
Por eso, lejos de lamentarnos por ver como la evolución de nuestra sociedad hace que cada día queden menos guardias de los de antes, vamos a fijarnos en los que afortunadamente aún siguen a nuestro lado y en los que muchas veces nos apoyamos cuando todo se vuelve cuesta arriba, aquellos a los que miramos de reojo cuando todos están delante para buscar una mirada de complicidad suficiente para convencernos de que lo estamos haciendo bien. Sirva este pequeño artículo como homenaje a todos aquellos que nos ayudan a ser y a crecer como mandos.
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