Silenciar el silbido de las balas
El asociacionismo en la Guardia Civil debe someterse a unas normas y reglas de juego bien definidas, es necesario. Quien quiera ver en eso una vuelta al oscurantismo de la clandestinidad, al fin del asociacionismo es que le interesa crear un estado de opinión crispado o que confía toda su efectividad y acción asociativa a las prácticas ahora prohibidas.
Lógicamente a ciertos sectores les interesa que estas reglas del juego o normas no estén claramente definidos que sus contornos sean difusos porque no les quedan argumentos para presionar, convencidos de que su “lucha” necesita de esas armas y se mueven mejor en las osuridad.
A partir de ahora escucharemos más y más voces contrarias a esta reforma de la Ley Disciplinaria, que se ha quedado reducida a la mínima expresión tras su paso por la Comisión de Normativa del Consejo, con las esperanzas puestas en la tramitación Parlamentaria. Pero no se engañen, la democracia les importa poco, sólo quieren mantener cu cuota de presión-poder intacta
Los suboficiales necesitamos esa clarificación porque somos los destinatarios de muchas de las balas que se disparan en esta “guerra” absurda. No nos asusta la reforma porque nosotros empleamos la palabra, argumentos sólidos para defender nuestras posturas y además tenemos razón y no pedimos quimeras ni estamos embarcados en causas imposibles. No nos sentimos incómodos en el actual marco legal. Siempre con educación y respeto, no acrecentamos el odio ni el resentimiento. No nos asunta la reforma, queremos la reforma.
Nadie debe sentirse atacado en sus derechos cuando se sanciona la asistencia a manifestaciones o reuniones de uniforme o con armas, o cuando se proscribe la parcialidad política o sindical. Los suboficiales somos independientes y no tenemos clientelismos ni debemos favores.
El asociacionismo de la Guardia Civil saldrá claramente reforzado cuando la nueva Ley Disciplinaria se instaure y se ruede y sobre todo, ponga a cada uno en su sitio y las balas dejen de silbar alrededor de los galones y estrellas.
Sólo cuando no haya guerras y sí opiniones y propuestas coherentes, serias y dentro del marco legal en el que nos movemos, sólo entonces podremos hablar de democracia y libertad.
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