Martes, 16 de Septiembre de 2025

Actualizada Miércoles, 10 de Septiembre de 2025 a las 09:46:59 horas

El Centinela | 1053

La cima

No hables mal del puente hasta haber cruzado el río

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El verano es la estación del año que, por norma general, invita a salir de vacaciones o a disfrutar de unos días de inacción. Digamos que la solanera que presenta prácticamente todo el territorio nacional hace que las cuestiones laborales se tornen pesadas y en algunos casos hasta insufribles. Es entonces cuando el tiempo de ocio se convierte en obligatorio para sobrevivir en los dos meses más calurosos del año.

 

Pero este parón veraniego también tiene su aquel. Tiene ese espacio de reflexión tan necesario para analizar y aprender del pasado, vivir el presente y ver cómo afrontar el futuro. Digamos que ese sueño entre velado de la hora nona hace que la mente discurra entre lo humano y lo divino, donde el dios Baco empuja con fuerza a que pensemos, pero que lo hagamos recostados.

               

Dicen que decía Marco Aurelio, que la felicidad de nuestra vida depende de la calidad de nuestros pensamientos. Que lo que pensamos y la manera en que reaccionamos al mundo es lo que permite llegar a ser felices o no serlo. Y en cierta manera es así.

               

Estamos viviendo un momento difícil en muchos ámbitos y el económico es uno de ellos. De su estabilidad depende incluso la paz social. Por ello resulta irreverente que haya organizaciones que sigan buscando el sol del “todavía más” sin darse cuenta de que la sombra que se cierne es la del “todavía menos”. Y es que lo que en un principio se jaleaba y se arropaba por la ciudadanía, ahora con la que está cayendo, necesita de la prudencia necesaria para que no se torne en esa sombra. En punto de no retorno.

               

Es cierto que lo conseguido hasta ahora no cumple con todas nuestras expectativas, entre otras cuestiones porque no se han llevado a cabo todos los puntos firmados en el acuerdo de equiparación salarial. Pero también es cierto que se ha dado un gran paso en el terreno de la distancia salarial que había entre los cuerpos de seguridad, disminuyéndola considerablemente. Y sabemos que todo es mejorable, pero todo necesita su tiempo de maduración y su oportunidad. Hacer las cosas a destiempo o despreciando el panorama puede convertirse en un error donde la verdad, aunque sea verdad, puede quedar oculta por cuestiones de necesidad. Hay veces que es mejor no estirar más la cuerda sino esperar a que se dé la situación en la que se pueda empalmar otro trozo que nos permita llegar hasta el final.

               

Quedan bastantes retos por conseguir, asuntos que afectan a muchos guardias civiles y que debemos seguir afrontando con la fuerza necesaria para lograrlos. Es ahí donde ahora debemos dirigir nuestros esfuerzos. No todo es dinero en la nómina, hay más problemas que afectan a la vida profesional, familiar y social de los afiliados que deben ser abordados de manera inmediata. La solvencia asociativa no solo se mide en dinero sino también en la capacidad de solución de un amplio espectro de dificultades. En esa capacidad de conseguir que la dignidad, el estatus y la representación queden perfectamente salvaguardados.  

               

Ya volverá a salir el sol y ahí estaremos preparados para conseguir llegar a la cima de la equiparación salarial.

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