Jueves, 18 de Septiembre de 2025

Actualizada Miércoles, 17 de Septiembre de 2025 a las 06:59:59 horas

Massachussets | 822

La soledad del subordinado



Tal vez porque forme parte del adoctrinamiento que a más temprana edad se pretende inculcar  a los imberbes reclutillas aspirantes a Guardia Civiles, a todos no resuenan esas palabras que, de manera más o menos subliminal, trataban de hacernos empatizar con la descorazonadora situación del mando que era descrito como alguien sólo frente a las decisiones que había de tomar en el ejercicio de sus responsabilidades: la soledad del mando.

 

Puede entenderse lo anterior en el contexto del campo de batalla de siglos anteriores, donde el mando responsable debía tomar decisiones que sólo a él incumbían y de las que, sin duda, dependían el devenir inmediato, con sus lógicas consecuencias, que tanto afectarían a él mismo como aquellos hombres que bajo su mando se hallaban. Era pues un mando en primera línea comprometido completamente con su quehacer.

 

Siglos anteriores... porque lo que es ahora, ninguna situación reproduce lo anterior ni por asomo.

 

Se nos trata de hacer ver la bondad de las decisiones que se toman, que básicamente consisten en darnos más tiempo de desprendimiento de trabajo, parece quisiera decir: -reconocemos que el trabajo es ingrato, por eso no os obligamos a estar tanto tiempo en él, desconectad y volved, así una y otra vez, de esta forma, sin que os deis cuenta, vuestro tiempo ya habrá pasado y por fin podréis disfrutar de una merecida jubilación.

 

Pero... algo falla.

 

¿El trabajo es ingrato?... ¿Por qué?, ¿no será más bien que lo hacen ingrato?

¿Desconectado estoy mejor?... ¿No es mejor sentirse parte activa, conectada, involucrada y por ello reconfortada?

 

Vale paso menos tiempo en el trabajo, pero... ¿y el que paso?, ¿cómo lo paso?... pues sólo, muy sólo.

 

Solas se ven las patrullas, cada vez más unipersonales buscando alguna otra con la que acoplarse. Solos se ven los Comandantes de Puesto con categoría de suboficial, que tienen que ejercer como siempre fue el Comandante de Puesto, además de asumir las propias del antaño servicio de Puertas. Solo se está frente a las incidencias, frente a la absurda pauta, las denuncias, indagaciones... y además de sólo... subordinado también a todo ello, porque tenemos el estatus de servidores.

 

¿Dónde NO se está solo?... pues justamente en los ámbitos de mando con categoría de oficial... siempre tienen a alguien a quien endosar la responsabilidad, ya se preocupan ellos de no quedar solos.

 

Pues miren ustedes... siempre me ha gustado mi trabajo, las horas que he pasado en él no las he considerado perdidas, sino enriquecedoras...  pero es que estos señores mandos generan unas condiciones insufribles, tanto antes que no daban descansos, como ahora que se prodigan en ellos, pero curiosamente sin dar tregua a nuestra responsabilidad que no entiende de descansos, se acumula durante los descansos y regresa incrementada con efecto boomerang. No así la de ellos que, por etérea, casi ni existe.

 

Se quiera o no, con descansos o sin ellos, en el trabajo pasamos aproximadamente media vida y en vez de huir de él por considerarlo un padecimiento, haríamos bien en fomentar la parte de realización personal que en el mismo podemos encontrar. Hay necesidad de muchos haciendo lo que es nuestra obligación, y no aquella otra a la que no pocos se dedican, afanados en cosas que poco tiene que ver con su presumida vocación.

 

No a patrullas desasistidas, no a Comandantes de Puesto abandonados a su suerte, no a oficiales ociosos.

 

Bienvenidos los derechos, pero no a costa de agravar la precariedad de las condiciones laborales, o acaso... ¿todo esto no tiene nada que ver con el derecho a la salud en el ámbito laboral?.

 

Hay muchas formas de abandonar, otra de ellas es la formativa, en nuestro ámbito unas veces llamada propiamente de formación y otras de perfeccionamiento, ¡cuántas categorías estúpidas!, ¿no son todas formación?.

 

¿Por qué digo que existe abandono en la formación?, pues porque simplemente no se da. Recientemente he comenzado a oír lo que para mí es una parida... formador de formadores... ¿qué pretenden?, o se forma o no se forma, qué manera es esa de diluir la formación haciéndola llegar con el boca a boca  -Contad lo que os he contado, aunque de poco os hayáis enterado-. A las últimas reformas de la Ley de Seguridad Ciudadana, Código Penal y Lecrim, como prueba me remito.

 

Finalmente, ¿por qué no me permiten conocer a mi formador?, ¿he de confiar en él únicamente por su graduación jerárquica?, lo siento pero con el tiempo me he vuelto un poco exquisito en esta materia, no me sirve cualquiera para aceptar sus enseñanzas, no es que me considere especial, es que he conocido buenos profesores y eso me hace captar enseguida los que no lo son, porque ni siquiera reconozco en ellos esa condición. Pues eso, ante el abandono... no queda otra que autoformarse, a buscarse la vida, como siempre, por la cuenta que nos trae, ¿cabe mayor soledad para el subordinado?.

 

Creo que nadie tiene derecho a exigir nada si al mismo tiempo no da ejemplo de lo que predica. El desafecto hacia el servicio por desmoralización del personal no es casual, sino que tiene su causa en el evidente desinterés por prestarlo en los niveles jerárquicos más altos, ya no puede seguir pasando desapercibido, ya no cuela. Pienso se hace preciso sacudir conciencias.

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