Por el interés te quiero....
Érase y es toda vez un espacio... sí, si, un espacio, no un rey o reina, no un príncipe o princesa, no un labrador o un caballero... un espacio.
- ¿Y qué pasaba y pasa en ese espacio que tal mención merece?
- Poco pasaba, era y es menguante, interconectado con otros.
- Pero, ¿vivía o vive alguien?, ¿luce el sol como en todos los demás?
- Sí, tiene habitantes, son personas como tú o yo, aunque ellos se tienen por especiales, ¿si luce el sol dices?, ellos piensan ser el sol, aunque para otros lo que proyectan son nubarrones. Como te dije este espacio está interconectado con otros aunque las más de la veces en un sólo sentido. Estos habitantes pueden errar pues para ellos no habrá consecuencias, pueden hablar y son oídos aunque no necesariamente escuchados, pueden no hacer nada y, en cambio, criticar al que algo hace. Finalmente, pueden recibir sin dar.
- No está nada mal, ¿qué hay que hacer para entrar en ese espacio?
- Sospecho que quererlo mucho, importarte más que ninguna otra cosa, preservarlo de los elementos que lo menguan que se dan en llamar valores como: justicia, hermandad, equidad, altruismo, esfuerzo, servicio, sensatez...
- Pero, entonces... sin entro en él... ¿seré admirado?
- Con seguridad no. Pero poco importa, en ese lugar se distorsiona la percepción, creerás que lo eres de la misma forma que sin ti nada es posible.
- Uhm, no sé... parece una realidad virtual.
- Tú lo has dicho, pero no por ello deja de existir.
- Porqué me cuentas esto.. ¿hay algo de enseñanza?.
- Nada en absoluto... hay... un espacio.
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