¿Proyecto?, ¿Qué proyecto?

Otro día sin llenar: conflictos, robos, agresiones, pérdidas, informes, datos, averías, deficiencias técnicas... otro día en el que el batiburrillo de asuntos inconexos, destemplados e impertinentes no me deja ver, no me deja entender.

En la calma de la tarde me gusta imaginar. -¡Ah malandrín!, que te he calado-. Sin saber muy bien cómo, pero me he dado cuenta, ya lo entiendo, he conseguido averiguar tu estrategia, conozco tus contactos e infraestructura. Espera a la mía, tardará pero llegará, pondré fin a esas actividades que tanto lucro ilegal te reporta.

En la calma de la tarde, sin embargo mi mente bulle: la que está liando el esquizofrénico-paranoico: sólo, sin familia, desatendido, los servicios sociales se muestran sólo un poco menos que inoperantes, probablemente habrá que hacer frente a nuevas situaciones de tensión. 

Para éste no tengo nada...

Un flahs con forma de pensamiento recurrente me impacta nuevamente:   ¿Por qué me buscan?, llegan al cuartel, no tienen necesidad de preguntar por el Sargento, casi siempre es él quien les atiende, me cuentan sus problemas, la de veces que les han robado ya, -¡por favor!, den más vueltas por allí-... -hacemos lo que podemos-. Puedo escucharles y ser atento, pero ni con la imaginación se me ocurre cómo proyectar algo que pueda serles de utilidad.

Y en todo ello me vienen la opciones que tuve para promocionar, -¡qué frustrante me resultó!-, no pude, no fui capaz, he adquirido la idea que para ello tendría que haberme dedicado a tareas poco relacionadas con la función fundamental en esta institución: la seguridad ciudadana y sus colaterales. Me consuelo pensando que no me hubiera gustado dedicarme a esas actividades que veo realizan mis superiores.

Vuelvo a mi acuartelamiento al traspasar el umbral de la puerta, de nuevo me asaltan unos engendros conocidos como vicisitudes, unas tienen forma del papel con el título de “nota”, otras, tal vez de color rojo por la impaciencia, se dan en llamar Groupwises, o algo así, las hay conformadas por ondas sonoras, como las renqueantes procedentes de un vehículo que dan a entender que ya no patrulla más. 

Y yo me digo: -¡pero bueno, así no hay quien proyecte o planifique nada!-... y una pequeña voz malvada me responde al oído: -tampoco nadie que no seas tú, tiene un proyecto para tí-.